sábado, 27 de abril de 2013

Racismo en Cuba



Roberto Zurbano

Roberto Zurbano, intelectual cubano y editor en Casa de las Américas (Organismo gubernamental y editorial que otorga premios y becas, es un centro para artistas e intelectuales en Cuba), escribió un artículo publicado el 23 de marzo en el New York Times apuntando que la Revolución en Cuba aún no había empezado para los negros o afro-cubanos. Zurbano, también antiguo vicepresidente de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), ha puesto la voz de la demanda en un tema que se suponía la Revolución ya había sobrepasado: el racismo. La Revolución Cubana, sin duda, intentó erradicar las diferencias tanto sociales, de género, económicas y también raciales, sin embargo y de acuerdo con Zurbano, el racismo ha permeado en los modelos sociales, en la estructuras de poder y en el demarcamiento de fronteras entre los barrios. Esta inequidad, evidente para los ojos de este intelectual y de muchos otros, pareciera no ser tan clara y evidente  para  el gobierno cubano.
                El artículo que Zurbano publicó en el NYT llegó a mis manos (por azares del destino, quizás) pocos días antes de mi viaje a La Habana, Cuba, y lo que ahí se expone me intrigó de sobremanera, me planteé ver si estas acusaciones eran mera propaganda “contrarrevolucionaria”, o en efecto, una denuncia del racismo que ha persistido en Cuba, aún después de 54 años de que la Revolución haya triunfado y “erradicado” los restos de prejuicio racial establecidos desde tiempos coloniales.
                Para entender las relaciones raciales en Cuba hay que retroceder hasta la sociedad de plantación del siglo XIX. Esto significa volver a los momentos del Imperio Ibérico. Fue este sistema el que creó un modelo de diferencia, basado en el color de la piel, para mantener un sistema estable y barato de labor/esclavitud basado en negros/africanos. Es tanto esta dinámica racial como la compulsión por mantener el control sobre la división del trabajo y los recursos de producción, lo que se mantuvo consistente desde los tiempos de la colonia hasta la independencia (1492-1898), y todavía es visible aún en la Cuba post-revolucionaria. En mí opinión, sin importar la retórica revolucionaria, el racismo es algo que está vivo y activo en la Cuba moderna. Después de 10 días en la Isla pude encontrar los argumentos que validan esta posición, mismos que explico en los párrafos siguientes.
                Una vez en la Habana, lo primero en lo que se puede percatar el turista, es en la cantidad masiva de propaganda revolucionaria en edificios de gobierno, grafiti,
CDR: Comité de defensa de la Revolución
mantas espectaculares y en los medios de comunicación –también lo podemos ver en la moneda, que contiene las caras de los héroes de la nación que liberaron a Cuba de la dictadura de Batista y de España. Estos padres de la patria (no encontré a ninguna “madre” de la patria) comparten una misma estética: la gran mayoría son blancos. El Che, por ejemplo, era un doctor argentino, Fidel y Raúl Castro son hijos de un soldado español y dueño de plantaciones, y el mismo José Martí (figura más representativa en el imaginario cubano) era criollo de primera generación, es decir, hijo de españoles blancos. El orden racial fue fundamental en sus vidas, apoyado muchas veces por una clase trabajadora que sustentaba su posibilidad de alcanzar el poder y sus privilegios.
Anuncio espectacular citando la autenticidad cubana

                Mi primera experiencia con estas imágenes fue en el trayecto del aeropuerto a mi hotel en la Habana. Cada anuncio daba citas o frases de estos héroes mostrando su determinación hacia la victoria definitiva. Había otras imágenes que mostraban la autenticidad cubana como una cultura única en su tipo, imágenes de su autenticidad y resistencia al imperialismo Yankee. Para enseñarnos a los enemigos de Cuba el ejemplo más claro se encuentra en el museo de la Revolución (localizado en el antiguo palacio de gobierno –irónico), en un mural
Los Cretinos
llamado “Rincón de los Cretinos” mostrando a los 4 enemigos de Cuba: Fulgencio Batista (caricaturizado exagerando sus características negroides: estructura de la cara, labios carnosos, color de piel), Ronald Reagan, George Bush y George W. Bush. Estas imágenes no son solamente imágenes que se encuentran a un lado del camino en pancartas o en grafitis del Che; estructuras enormes han sido erigidas para exponer visiblemente a estos héroes. Un buen ejemplo de esa visibilidad está en la Plaza de la Revolución en donde un gran obelisco de 109 metros encumbra la plaza desde su observatorio en la punta. Abajo podemos ver una gran estatua de 18 metros de alto del apóstol José Martí. Desde cualquier punto de la plaza se pueden ver los contornos de las caras del Che y de Camilo Cienfuegos adornando las fachadas de los edificios circundantes. Hay una evidente atención hacia mantener estos recordatorios visuales.
                Junto a estas grandiosas imágenes es fácil olvidar la figura de Antonio Maceo Grajales.
Maceo en el billete de cinco pesos cubanos
Maceo fue un general mulato bastante popular en la guerra de independencia. Hay una historia no oficial que dicta que su muerte se dio bajo circunstancias poco comunes, esperando municiones que nunca llegaron cuando ya estaba a punto de tomar la Habana y conseguir la victoria definitiva, mostrando la falta de apoyo del ejército y la inconformidad de los generales supremos de tener a un mulato dirigiendo la avanzada definitiva a la Habana. Aunque Maceo sigue siendo una figura importante en los libros de historia y los museos, es difícil encontrar su imagen con el mismo peso visual y simbólico que los otros héroes cubanos: Che, Camilo y Fidel (conocidos por sus nombres de pila). Esto es sólo un indicativo de un fenómeno que se repite una y otra vez en Cuba: el “toquenismo” (tokenism) racial. Incluyendo algunos héroes negros en el panteón revolucionario, y dándole a los negros algunos pocos cargos en la administración pública, y tratando de encontrar un ícono afrocubano (que no sea parte del Buenavista Social Club) es evidente que la jerarquía racial antes mencionada sigue vigente.


                Esto es, sin embargo, sólo el punto de vista de un viajero. Sabía que tenía que ir más profundo y entrar en contacto con los cubanos y ver como hablan acerca de la raza, el género y la economía. Así que salí por las calles de la Habana a caminar por tantos barrios como me fuera posible y para hablar con cualquiera que me encontrara en el camino. Empecé el recorrido por el Malecón (la calle enfrente al mar, en donde la gran mayoría sale a pasear) e inmediatamente se me aproximaron dos increíblemente talentosos músicos callejeros.
Músicos en el Malecón
Cuando les pregunté cómo hacían dinero, cada uno me habló de sus múltiples trabajos (mecánico, ingeniero, especialista en motores diésel, músico) pero de todos ellos tocar música en el Malecón es la opción más lucrativa. Cuando me disponía a darles una propina ellos mostraron preferencia hacia el CUC
(Peso Convertible, que se usa mayormente para adquirir productos de calidad y lujo, y vale lo mismo a un dólar norteamericano) que hacia el CUP (Peso Cubano, que se limita para adquirir bienes domésticos
Puente de Hierro, uno de los barrios fronterizos entre 2 de los barrios más ricos de la Habana
y guarda una diferencia de 20 CUP = 1CUC). El CUC tiene un valor mayor y por lo tanto la mayoría de cubanos prefiere el CUC. Esta diferencia delinea en dónde se pueden comprar diferentes cosas y quiénes pueden comprarlas; todo esto parece reforzar la separación de clases sociales, en donde se aprecia la naturaleza racializada de la sociedad cubana. Hay una correlación directa entre la zona residencial, poder adquisitivo y color de la piel. La mayoría de afrocubanos viven en las zonas de Habana Vieja, San Isidro, Centro Habana, Puente de Hierro y barrios al sur de la ciudad, mientras que los más blancos viven en El Vedado o Mirarmar. Cruzar a pie entre un barrio y otro es muy impresionante.
Un joven mulato siendo arrestado por ofrecer sus "servicios" a una turista
                Mientras se camina por el Malecón u otras áreas turísticas de la Habana las conversaciones con la mayoría de las personas con las que me encontraba acababan en temas sexuales en cuestión de minutos. Una frase que escuché más de una vez decía “Cuando vienes a Cuba tienes que fumar un cigarro, beber ron y dormir con un(a) cubano(a)”. Después un hombre me explicó que “Los cubanos tenemos 39 tipos de posiciones y nunca repetimos una”, un joven me repitió lo mismo unos días después pero agrandando su repertorio a “69 movimientos”. Sin embargo, el imperativo sexual también se encuentra racialmente cargado, especialmente en el enorme movimiento de prostitución que se encuentra en las esquinas del malecón así como en la Rampa y las inmediaciones del Hotel Nacional.
La prostitución es algo que prevalece en la ciudad y también está influenciado por las políticas raciales

                Varios amigos me explicaron cómo la prostitución se organizaba de acuerdo a políticas raciales dependiendo del gusto de los clientes: l@s europe@s l@s prefieren mulat@s o negr@s, mientras que l@s latinqs l@s prefieren blanc@s. Básicamente se puede obtener cualquier tipo de sexo con cualquier tipo de persona por cualquier precio, si se sabe buscar. Dicho esto, en la mayoría de los lugares por los que podía pagar lo más probable es encontrarse afrocuban@s ejerciendo la profesión de “jineterismo”. Este es el eufemismo oficial para referirse a las sexoservidoras para evitar llamarlas prostitutas, ya que junto al racismo, la prostitución es algo negado por el discurso oficial.
               
Leyenda en "bicitaxi"
El imaginario sexual también se proyecta en el arte, esto se puede ver en el mercado de artesanías. Pinturas de mujeres desnudas abundan en este espacio y la mayoría presentan características similares: pieles morenas, posturas exóticas, cuerpos exuberantes. Sin embargo no vi ninguna imagen de alguna mujer negra (no digo que no existan) con estos atributos. Las pinturas de mueres negras en su mayoría presentan a la mujer no como algo atractivo sino como algo cotidiano: fumándose un cigarro, con bolsas en la cabeza, afuera de casa. Estas imágenes estaban por doquier.
                En la plaza de la Catedral, un buen lugar en la ciudad para tomar un café (o un Cuba Libre), mujeres negras van vestidas con vestidos coloniales vendiendo flores y ofreciendo tomarse la fotografía con ellas, pretendiendo fumar un cigarro de gran tamaño, por una pequeña propina. Algunos hombres negros vestidos bajo la moda de los años 40s recordándonos a Benny Moré. Ambos “performances” parecieran representar imágenes del pasado. Esto también ayuda a enmascarar su realidad marginaizada en la Cuba moderna.
Imitador de Benny Moré en la plaza de la Catedral
                Hablando con estos personajes, trabajadores independientes, me hizo pensar acerca de los mercados formales e informales que operan en la Isla y que controlan su economía. Basado en  varias conversaciones, anuncios y mis propias observaciones, estos individuos cumplen un rol social bastante importante para la proyección de la bahía como nuevo centro turístico internacional. Revitalizando un nuevo tipo de mercado para Cuba que piensa incluir una marina de yates, un paseo a lo largo de la bahía, hoteles y una cervecería.
                Todo esto es parte de un gran plan orquestado por el mismo Historiador de la Ciudad, Eusebio Leal (el hombre más poderoso de la Habana según algunos habaneros) para hacer de la Habana una de las ciudades turísticas más atractivas del
Crucero "Delphin" en el puerto de la Habana
mundo, basado en el mejoramiento del centro histórico y de las partes más atractivas y vendibles de la ciudad. El gobierno se ha encargado de limitar los permisos para operarse como mercader (in)formal, ya que se tienen que adquirir varias licencias, pagar derechos y unirse a cooperativas. Más allá de esto, la planeación de estos espacios mantiene a los turistas separados de las masas pobres de la ciudad, en donde la mayoría de los afrocubanos residen actualmente, dando incentivos económicos a estas masas para quedarse o mudarse lejos de estas áreas de desarrollo. El gobierno ha dado apoyos para levantar el comercio de los llamados cuentapropistas, sin embargo como apunta Zurbano, el apoyo va dirigido sobre todo a gente no-afro, misma a la que históricamente se la ha dado más beneficios para reclamar el poder económico.
                Esta inequidad ha obligado a todos aquellos que no pueden tener acceso al apoyo gubernamental a implementar un tipo de comercio informal e ilegal, mismo que ha creado una compleja red de corrupción. Los cubanos desfavorecidos por lo general se ven obligados a establecer negocios clandestinos, vendiendo sus cuerpos y bienes robados, y teniendo que pagar sobornos para mantenerse fuera de la cárcel. Los negocios informales están controlados y permitidos por el gobierno. Este es uno de los mecanismos por los que la inequidad racial se ha mantenido vigente en la Isla: negándoles el apoyo y forzándolos a un comercio informal e inestable, haciéndolos  dependientes del gobierno y perdiendo su legitimación social.
Frente de una tienda de cuentapropistas
                 Esto no sólo limita a los afrocubanos económicamente, también influencia la manera en que otros cubanos ven a los afrocubanos creando estereotipos peyorativos. La mayoría de la gente con la que hablé parecía tener un “pero”: “Aquí en Cuba no hay racismo, pero...”, “Bueno, no soy racista, pero…” –“son flojos”, “los cubanos tienen la ‘pinga’ más grande”, “no salgo con negras porque siempre quieren algo.” Así, aunque la mayoría niega la idea de racismo en Cuba, la mayoría también refuerza estos estereotipos basados en sexo, género, clase social y raza –los afrocubanos son gente hipersexual, amantes empedernidos, flojos, poco inteligentes (excepto por una inusual habilidad para la manipulación y el asalto). Hay un refrán que citan la mayoría de cubanos blancos: “Es cierto que no todos los negros son ladrones, pero todos los ladrones son negros.”
                Mientras estos estereotipos son meras generalizaciones, ayudan a sostener un tipo de racismo invisible que salía a la luz en las conversaciones que tuve con varios habaneros. Si el racismo ha sido creado y mantenido por poderes coloniales que 1) codifican y le dan significados sociales a la raza, y 2) usan esa codificación para mantener una fuerza laboral continua que beneficia a una élite eurocéntrica. Si es que no
Beyoncé y Jay-Z paseando por las calles de la Habana
hay racismo en cuba y el antiguo modelo de acumulación capitalista ha sido erradicado, la inequidad racial no podría existir 54 años después del triunfo de la Revolución… sin embargo, el racismo no ha desaparecido y  de algún modo el capitalismo ha logrado sobrevivir. A partir de lo que vi, las divisiones raciales son evidentes, tanto geográfica como social y económicamente, así como en las imágenes que la Revolución ha escogido perpetuar. También es aparente que sigue habiendo enormes divisiones sociales en la Habana, mismas que están ligadas al color de piel. Entonces, porqué tienen esa dificultad de llamar las cosas por su nombre y aceptar que el racismo sigue activo en Cuba. Será porque el Estado se ha convertido en la autoridad moral de la Isla, equipado con su propio panteón de deidades encarnados en los héroes de la Revolución e independencia estableciendo el campo de juego. Será porque ya hay suficientes afrocubanos en el contingente de personajes históricos.
Logo de un restaurante que apunta hacia la equidad racial predominante en el discurso oficial

                La misma semana que estuve en Cuba, Zurbano remendó sus palabras publicadas en el NYT, la controversial Django Desencadenado se presentaba en los cines, la poderosa pareja Beyoncé y Jay-Z estaba de vacaciones por la Habana y una extraña aparición del mismísimo Fidel Castro en una primaria, en la foto aparece Fidel rodeado de niños mulatos. Zurbano dijo que el NYT había manipulado sus palabras  de “La Revolución para los negro no ha terminado” a “La Revolución para los negros no ha empezado.” Su aclaración llegó irónicamente al mismo tiempo que era destituido de su cargo como jefe editorial en Casa de las Américas a analista e investigador. Probablemente Zurbano pensó que podía dar su opinión sobre el fallo de la Revolución en temas de la diferencia racial, después de que Raúl Castro hablara públicamente de la persistencia de racismo en la Isla, justamente el mismo día que anunciaba su retiro dentro de cinco años.
Fidel Castro en el acto público, rodeado de niños y profesores negros y mulatos

                Así pues ¿la Revolución no ha terminado o no ha empezado para aquellos que siguen esperando un cambio en su situación desde hace 54 años? ¿Será que la calurosa bienvenida a Beyoncé y Jay-Z fue solamente para subsanar la imagen del gobierno? Todas estas respuestas quedaran pendientes a ser respondidas por ustedes, los lectores. La Habana los espera, a menos que sean norteamericanos, ustedes tienen que esperar a que se levante el embargo (a menos que sean Beyoncé o Jay-Z).

Racism in Cuba.





Roberto Zurbano


Roberto Zurbano, Cuban intellectual and editor and publisher of Casa de las Americas (a cultural government organization and editorial that gives grants and prizes and is the bigger promotion center for artists and intellectuals in Cuba), wrote an article in the New York times on March 23rd of this year stating that the Cuban Revolution had not yet begun for Afro-Cubans. This former vice president of Union of Writers and Artists (UNEAC), contested the claim that Cuba has rid itself of racism. The Cuban Revolution sought to destroy social, gender, and racial divisions; however, according to Zurbano racism permeates delegation of jobs and delineates geographic boundaries. Yet this obvious inequality is denied pointblank by the government. I read this article just before my own trip to Cuba, so I was intrigued to find if these accusations were merely anti-revolutionary propaganda or if indeed racism persisted 54 years after the revolution that fought to wipe out the prejudicial relic of colonialism.
            Understanding racial relations in Cuba means going back to the 19th century plantation society. It means going back to Spanish imperialism. It was that system that created the notion of different races based on skin color in order to maintain a steady, cheap supply of black/African labor. It is both this hierarchical racial dynamic as well a compulsion to maintain control of labor and its resources and products that has remained consistent from colonial times though independence (1492-1898), and is still visibly at work in post-revolutionary Cuba. It is the opinion of this author, that regardless of revolutionary rhetoric, racism is alive and well in modern-day Cuba. The following paragraphs explain my position. After ten days in Cuba I can tell that racism is alive and well, and here´s why.
"From my neighboor defending socialism" -CDR
            The first thing a foreigner might notice upon arrival to Havana is the massive amounts of propaganda in government buildings, in graffiti, and in media – even their currency carries the faces of the new heroes of the nation that freed Cuba from the Batista dictatorship and the Spaniards. These “Founding Fathers” (no mothers to be seen…) share a common aesthetic – they’re mostly white. Che was an Argentinean doctor, Fidel and Raul are children of a Spanish soldier and plantation owner, and José Martí who was a first generation creole, or a son of Spaniards. Racial order was fundamental to many of their lives with a working class supporting the possibility of their privilege and power. 

A billboard in the airport featuring the "Authentic Cuba" slogan
           
The Cretins
 My first experience with these images was coming from the airport to my hotel in Havana. Every sign seemed to give quotes from these heroes showcasing their determination and ultimate victory, and others that touted the “Authenticity” of Cuba as unique in culture, ambience, and resistance to Yankee imperialism. If one is uncertain of who Cuba’s enemies may be, a mural in the Museum of the Revolution (the Presidential palace before the revolution – nice irony) entitled “The Cretins” features four individuals: Fulgencio Batista, Ronald Reagan, George Bush Sr., and George W. Bush. These images are not just small roadside billboards or graffiti of Che; huge structures have been erected to visibly portray these revolutionary heroes. A landmark that cannot be missed is the Plaza de la Revolución. It features an obelisk 109 meters tall with an observation tower. Below is an 18 meter tall statue of José Martí below. From anywhere in the square you can see outlines of the faces of Che and Camilo Cienfuegos that adorn the façades of two buildings. There is obviously an investment in the power of daily visual reminders.
             Within these images of Cuba’s national heroes it’s easy to forget about Antonio Maceo Grajales. Maceo was a popular mulatto general in the War of Independence. An unofficial history states that he died waiting on ammunition that never arrived- left unsupported by the independence army, uncomfortable having a dark skinned hero entering Havana. While he’s in the pages of every history book I’ve ever read on Cuba, and rightfully so, images of this hero are almost hard to find, certainly in comparison
 Antonio Maceo, present on the five peso bill
to Che, Camilo, and Fidel (whom we all know on a first name basis). This is indicative of a larger trend/strategy that I found over and over again in Cuba: racial tokenism. By including a few blacks within the revolutionary pantheon, and giving some blacks access to good government jobs, the government is freed from accusations of racism, as they always have reliable examples. But if one looks at the larger picture – how neighborhoods are overwhelmingly racially divided, percentages of those with good government jobs, and by trying to find an Afro-Cuban icon (that’s not on the Buena Vista Social Club) it’s quite obvious that the aforementioned racial hierarchy is still in place.
            But these are merely the perceptions of a traveler. I knew I had to go deeper and see how Cubans themselves spoke about race, gender and the economy, so I set out on foot to traverse as many neighborhoods as I could and speak to whomever I met. I started out walking along the Malecón (the waterfront avenue, where most people from the poor neighborhoods hang out), and was immediately approached by two incredibly skilled street musicians.

Street musicians


Puente de Hierro, between two of Havana's most wealthier zones

            When I asked them how they made money, they each listed off four or five jobs, but agreed that playing music by the ocean was the most lucrative option. When giving them a tip, they showed a preference for CUC (Cuban Convertible Peso, which is needed to purchase “luxury” items and is “equal” to a US dollar) rather than CUP (Cuban Peso, which can only purchase limited domestic goods; the local currency is 20CUP = 1CUC). The CUC is inflated and carries a higher value, so mainly rich Cubans and foreigners trade in CUC, while middle and working class Cubans trade mainly in Cuban peso. This difference delineates where one shops and what one buys – seeming to reinforce class divisions, which reveal the racialized nature of society. Visually, I can easily say that there is a direct correlation between skin color and residencial geography. Most Afro-Cubans live in Havana Vieja, San Isidro, Centro Havana, Puente de Hierro and other neighborhoods to the south, and most light skinned Cubans live in Miramar and Vedado. Crossing the lines between one neighborhood and the other is often visually striking.
            While walking along the Malecón and other of the more urban and touristy areas of Havana, conve
A young mulatto being arrested for offer his "services" to the turist
rsations with all walks of life almost assuredly seemed to turn to sex within a matter of minutes. A common segue repeated often was “When you come to Cuba you have to smoke a cigar, drink rum, and sleep with a Cuban.” One bold young gentleman explained the need for the latter as “Cubans have 39 moves and never repeat one.” Another guy a few days later repeated the same thing but with “69 moves.” ;-) But the sexual imperative I found also to be incredibly racially charged, especially with the rampant and inescapable prostitution found in the
dark corners in the Malecón as well as the quite affluent bar at the Hotel Nacional.

Prostitution is prevalent in the city - and can racially distinguished

Several guys explained to me how prostitution was organized racially according to the clients’ taste – Europeans wanted black women and Latinos tended to want white, blond women. You can basically have any kind of sex you want, with any color and size person you want, for whatever you want to pay if you care to look. That said, in most of the places I could afford you’re much more likely to find Afro-Cuban than light-skinned Cuban “jineteras.” This is the official euphemism used to refer to sex workers in order to avoid calling them prostitutes- because, just as with racism there is no prostitution in Cuba.
Sign on a "bicitaxi"- "If you want sex, smile!"
Sexual imagery is also projected in the art I found in the main tourist market. Pictures of naked women abound and it seems that the darker the skin of the women the more erotically they are portrayed. However, this only goes so far. I never saw a picture of a naked black woman (although I’m not saying they don’t exist necessarily). The black women in the photos were old women with rags tied around their heads smoking cigars – smacking of the poverty during and after colonial slavery. This image was everywhere.
            In the Plaza de Catedral, a beautiful colonial area in the city to have a coffee (or a Cuba Libre), black women are dressed in colonial garb selling flowers and offered pictures of themselves pretending to smoke oversized cigars for a tip. Afro-Cuban men dressed as 1940s musicians reminded me (as I’m sure it was intended to) of Benny Moré.  Both performed scripts that tourists could easy recognize and consume. Both performances seemed to mollify images of poor black people of Cuba’s past. These characters acting out their carefree roles also helped to mask the extreme poverty of
A Benny Moré impersonator approaches a tourist
contemporary Afro-Cubans. Speaking with these independent performers taught me something about the formal and informal markets in the Cuban economy. Based on what I gleaned from our conversation as well as from my own observations, these performers served a role in the Cuban government’s plan to market a new revitalized Havana tourist center, that will include a marina, hotels, a seaside road, and a brewery.
This is part of a larger plan led by Eusebio Leal, one of the most powerful men in Havana, to turn the city into a major world tourism site based on the improvement of the historic and most marketable part of the city. z The government limits the amount of people allowed to engage in this (in)formal business by requiring them to purchase licenses and belong to cooperatives. Furthermore, these tourist areas are zoned in ways that keep the tourists away from the poorer, more
Cruise Ship "Delphin" at the Havana docks
Afro-Cuban areas, and give poorer Cubans incentives to stay away from the tourist areas (also achieved through the division of currency mentioned earlier and old fashioned policing). Regardless, the government is supporting independent businesses, but, as Zurbano has noted, the support is overwhelmingly for “white” or lighter skinned businessmen who have always had more claim to such economic power.
This inequality has forced those unable to gain access to this government support to resort to informal, illegal business practices that have created a sophisticated network of corruption. Poor Cubans often run clandestine private businesses, selling their bodies and stolen goods, often having to pay bribes to police or other whistleblowers to stay out of jail. That said, even the informal “businesses” are still controlled (or allowed) by the state. Ultimately, regardless of where the money goes or how it gets there, it all circulates back to the government. This is yet another mechanism through which racial inequality is constructed and maintained on the island – by refusing support to Afro-Cubans and forcing them into an informal, unsteady market furthering their dependence on the state and decreasing their social legitimacy.
 
A private storefront
            This lack of social legitimacy not only limits Afro-Cubans economically; it also influences the ways other Cubans view Afro-Cubans creating pejorative stereotypes. Several of the people I talked to seemed to have a “pero” (“but”) syndrome. “Here in Cuba, we’re not racist, but….” “Well, I’m not a racist, but…” – “they are lazy,” “their men have the biggest penises,” “I won’t date black women because they’re always asking for things.” So, while no Cubans, black or white, believed that Cuba had a race problem, per se, all of them acknowledged and repeated racial stereotypes based on sex, work ethic, and intelligence – they’re hypersexual endowed lovers, lazy, and unintelligent (except for an unusual talent for manipulation and thievery). As the white Cuban saying goes “the truth is that not all blacks are thieves but all thieves are black.”
            While these stereotypes are just broad generalizations, they help to sustain racism that seems to remain invisible to the Cubans with whom I spoke. It makes sense right? If racism was produced and perpetuated by colonial powers that 1) codified race, and 2) used that codification to maintain a continuous labor force that benefited a particular, European elite, AND the revolution eliminated racism and the need for the previous
 Beyoncé and Jay-Z make waves in their visit to the city
model of capitalism, then racial inequality couldn’t possibly exist 54 years later... unless racism didn't actually go away, and capitalism has managed to survive in some form. From what I saw, racial division is evident: geographically, socially, economically, and even in the image the Revolution chooses to perpetuate. It is also apparent that there are still huge class divisions in Havana which seem to be inextricably tied to skin color. Yet, how is it that Cubans don’t call a spade a spade? Is it because the state is the moral authority – equipped with its own new pantheon of deities embodied in the heroes of the Revolution, who unequivocally succeeded in their mission to level the racial and social playing field? Is it because there is a contingent of Afro-Cubans among the upper echelons of society and in Cuba’s heroic history?
A restaurant sign displaying the accepted and dominant discourse of racial equality

            The week I was in Havana Zurbano recanted his former statements made in the New York Times, the controversial Django Unchained was released in Cuban theaters, power couple Beyoncé and Jay-Z vacationed in Havana, and Fidel made a rare appearance to an elementary school with a photo op with dark-skinned students and teachers. Zurbano said the NYT had manipulated his statement that “The Revolution has not yet begun for Afro-Cubans” to “The Revolution is not finished for Afro-Cubans.” 
Fidel Castro visits an elementary school with predominantly Afro-Cuban students
His retraction came ironically after he was demoted from Editorial Chair to “analyst” of Casa de las Americas. Perhaps Zurbano thought he could acknowledge this failure of the Revolution after Raul Castro had already recognized the persistence of racism in Cuba in the speech announcing he will step down from office in five years. However, his demotion, and the huge controversy following his statements, speak otherwise. So, has the revolution begun for Afro-Cubans, or are they still waiting after 54 years ago? Was the warm welcome of Beyoncé and Jay-Z part of government initiative to improve the nagging persistence of racism that Raul referred to, or is it just tokenism to obscure larger racial injustice? You should see for yourselves, except Americans….you lot have to wait for them to lift the embargo (unless you’re Beyoncé or Jay-Z). ;-)